Seguirá cayendo ceniza en Puebla
16/05/2023
Autor: Juan Méndez
Foto: Juan Méndez

Es importante continuar con los estudios para determinar si los sismos distribuidos en toda la Ciudad de México están relacionados con las tensiones y esfuerzos en la corteza terrestre generados por el Popocatépetl y otros sistemas volcánicos. Se menciona la necesidad de que los sismólogos de la UNAM investiguen la extensión y tamaño de las fallas locales presentes en la ciudad.

Es una prioridad estar atentos a la información oficial proporcionada por el Servicio Sismológico Nacional y el CENAPRED, ante la reciente sismicidad en la Ciudad de México, y sobre todo, que la población esté en alerta ante cualquier contingencia que se pudiera presentar.

Es necesario hacer referencia a la Ley General de Protección Civil de México, que busca evitar desastres. Un desastre se define como el resultado de uno o más agentes perturbadores severos o extremos de origen natural o humano, cuya magnitud excede la capacidad de respuesta de la comunidad afectada.

En los últimos días se han registrado temblores en la Ciudad de México con magnitudes menores a tres. Además de que los grandes temblores en el país están asociados a la zona de subducción, donde interactúan las placas de Cocos y Norteamérica. Mencionó el ejemplo del terremoto de 1985 como un claro caso de temblor generado por la subducción, refirió Eduardo Ismael Hernández, profesor de la Facultad de Ingeniería Civil de la UPAEP.

Ismael Hernández habló sobre los temblores de fallamiento normal o profundidad intermedia, que ocurren dentro de la placa subducida de Cocos y generan intensidades considerables. Citó ejemplos como el terremoto de junio de 1999 y el terremoto del 19 de septiembre de 2017, ambos con magnitudes alrededor de 7.1.

También explicó que existen temblores asociados a fallas locales, que son superficiales y generan intensidades significativas en las zonas donde ocurren.

Se hizo referencia a la historia sísmica de la Ciudad de México desde 1974, cuando se obtuvieron los primeros registros de temblores locales. La instalación de más estaciones sismológicas permitió tener una evaluación más precisa de la sismicidad local, especialmente después del terremoto de 1985.

Comentó que el 10 de mayo se registraron alrededor de 10 temblores de magnitud menor, siendo el más fuerte de ellos un sismo de magnitud 3 ocurrido durante la noche. El Dr. Ismael enfatizó la importancia de este hecho, en horas nocturnas, cuando la ciudad descansa y hay menos tráfico vehicular, los movimientos sísmicos pueden ser más perceptibles para las personas en reposo.

Además, mencionó que el sismo del 10 de mayo tuvo una profundidad relativamente baja, aproximadamente 1.1 km, lo cual contribuyó a la intensidad percibida en la zona epicentral. El experto señaló que los microsismos de magnitud pequeña, asociados con fallas corticales o locales, tienden a sentirse con mayor fuerza en un radio de aproximadamente 15 a 20 kilómetros alrededor del epicentro, mientras que más allá de esta distancia su percepción disminuye.

Destacó que los edificios más vulnerables a estos temblores son aquellos de uno o dos pisos con estructuras deficientes o construidos con materiales de baja calidad. En este contexto, resaltó la importancia de comprender la sismicidad histórica de la Ciudad de México para analizar la situación actual de los microsismos.

Además de la actividad sísmica local, el académico hizo referencia al volcán Popocatépetl, ubicado al sureste de la Ciudad de México. Según la información recopilada por el Dr. Ismael, los microsismos de magnitud entre 3 y 3.9 en la zona sur y este de la ciudad están estrechamente relacionados con el volcán. Esta afirmación se basa en la localización geográfica de los sismos en proximidad al volcán.

En ese sentido, resaltó la importancia de realizar estudios para determinar si los sismos distribuidos en toda la Ciudad de México están relacionados con las tensiones y esfuerzos en la corteza terrestre generados por el Popocatépetl y otros sistemas volcánicos. Se menciona la necesidad de que los sismólogos de la UNAM investiguen la extensión y tamaño de las fallas locales presentes en la ciudad.

Además de la actividad sísmica, se abordó el informe oficial del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) sobre el monitoreo del volcán Popocatépetl. Según el informe, en las últimas 24 horas se registraron 217 exhalaciones acompañadas de vapor de agua, gases volcánicos y ceniza. Se menciona que la caída de ceniza se ha observado en varios municipios cercanos al volcán, incluyendo la ciudad de Puebla y los municipios aledaños en el estado de Tlaxcala, reiteró Ismael Hernández.

El volcán Popocatépetl ha sido objeto de estudios exhaustivos y monitoreo constante desde los eventos ocurridos en 1994. Los científicos han instrumentado diversos dispositivos en el volcán para comprender mejor su actividad y evaluar los posibles escenarios futuros.

El CENAPRED, creado en 1988 después del devastador terremoto que sacudió la Ciudad de México, y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a través de su servicio geofísico, han desempeñado un papel fundamental en el estudio y monitoreo del Popocatépetl. Estas instituciones han colaborado en la recolección de datos y en el análisis de la sismicidad asociada tanto a la actividad volcánica como a la sismicidad de fondo en la Ciudad de México.

El Dr. Ismael destacó que es necesario realizar un análisis a lo largo del tiempo y el espacio para comprender la relación entre la sismicidad volcánica y la sismicidad general en la Ciudad de México. Se ha observado que desde 1974, cuando no había conocimiento de microsismos en la capital, ha habido una evolución en la sismicidad asociada al Popocatépetl; por lo tanto, es importante llevar a cabo estudios que correlacionen esta información disponible y examinen cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo.

En cuanto a la probabilidad de un aumento en la actividad volcánica y sus posibles consecuencias, Eduardo Ismael señaló que es una pregunta que también se hacen los vulcanólogos. Históricamente, otros países han experimentado erupciones volcánicas y actividades sísmicas importantes. Sin embargo, cada contexto volcánico es diferente, y lo que ocurre en Japón, por ejemplo, puede variar significativamente de lo que sucede en México.

En ese sentido, la pregunta clave sería si las autoridades están preparadas y si se están siguiendo los protocolos de acción ante un posible aumento en la actividad del Popocatépetl. El experto espera que se hayan establecido protocolos adecuados para responder a esta eventualidad.

El Dr. Ismael resaltó que los últimos 30 años de datos recopilados sobre la actividad del Popocatépetl son extremadamente valiosos para estimar su comportamiento futuro. Aunque existen herramientas de ingeniería que permiten realizar estimaciones, es importante recordar que estas siguen siendo aproximaciones y no certezas absolutas.

En conclusión, el Popocatépetl continúa siendo objeto de estudio y monitoreo constante por parte del CENAPRED y la UNAM.