La Pluma
Del pasado no se vive
06 April Por: Luis Enrique Muñoz López

La carta del presidente Andrés Manuel López Obrador hacia el rey de España causó mucho revuelo en los últimos días, tanto, que provocó opiniones a favor y en contra de los agravios que tuvieron las antiguas civilizaciones del país. Es conocido el hecho de que la riqueza cultural se vio afectada y en algunos casos destruida durante el periodo de colonización, además, de que la forma de organización que se tenía tuvo que cambiar radicalmente.

Es en este punto donde surgió el interés por conocer si el tipo de colonización tiene efectos económicos persistentes hasta nuestros días. Para comenzar el análisis, me basaré en un libro muy conocido, llamado “Por qué fracasan los países: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”. El autor, Daron Acemoglu, comienza a describir la situación de una ciudad que lleva el mismo nombre, pero que se divide en dos debido a la frontera entre México y Estados Unidos, Nogales (Sonora) y Nogales (Arizona). Los habitantes del norte gozan de un sueldo que alcanza para satisfacer sus necesidades, gozan de servicios sanitarios, de buenas carreteras y los índices de delincuencia son tan bajos que casi son imperceptibles; mientras que, por otro lado, los habitantes del sur tienen una vida diferente, la delincuencia es cosa de todos los días, el aspecto y estado de las carreteras es deplorable, los sueldos son bajos y no cuentan con una cobertura de servicio médico.

Estas ciudades cuentan con la misma localización geográfica, mismo clima e incluso abundancia de recursos, pero muestran claras diferencias en el ámbito económico, ¿por qué será?  De acuerdo con Acemoglu, el tipo de conquista en México fue extractiva y en Estados Unidos de tipo inclusiva. En otras palabras, la primera se dedicó a extraer recursos del territorio y favorecer a las elites a costa de la población, la segunda se encargó de crear instituciones que permitieran una distribución más equitativa de los recursos y de no oprimir a la población.

Los vecinos del norte pueden estar seguros de que si alguien comete un delito pagará las consecuencias, al igual que si un político ejerce de manera incorrecta su poder, podrá ser cambiado, es decir la democracia es casi total; los políticos se encargan de proveer la mayor cantidad de servicios para la sociedad. En México pasa lo contrario, no existe un estado de derecho, no hay garantía de servicios básicos y se carece de democracia.

Con esta explicación podemos entender que la creación de instituciones fue primordial para el crecimiento y desarrollo de Estados Unidos, mientras que la extracción de recursos fue algo que perjudicó a México en el pasado. Pero, ¿por qué siguen existiendo estas características? La problemática radica en la concentración y mantención del poder de las personas que ejercen cargos públicos, donde lo primordial es buscar mantenerse en el poder favoreciendo a las elites. Hasta ahora, la promoción y desarrollo de instituciones no es un objetivo primordial, ya que, de hacerlo, los beneficios de la clase dominante se verían reducidos. Para ejemplificar la anterior situación, tenemos a Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, considerado como un hombre de negocios exitoso en México. Sin embargo, el estandarte de hombre exitoso en Estados Unidos no existe. Esto sucedió porque en nuestro país las reglas del juego (léase instituciones) son débiles y permitieron una competencia desleal que no fue sancionada, cuando quiso hacer lo mismo en el otro país tuvo que pagar una multa de 454 millones de dólares por una competencia desleal en el mercado.

Podríamos cometer un error al decir que parte de la fragilidad de nuestras instituciones es por la época de colonización, al ser una forma extractiva con debilitamiento de instituciones. Es cierto que parte del problema se puede explicar por este hecho, pero no en su totalidad. Ese acontecimiento tiene más de quinientos años, y durante todo este tiempo no se han extendido ni desarrollado las instituciones que aseguren una total inclusión de la sociedad.  Debemos aprender de países como Chile, que a pesar de tener un pasado parecido al de nosotros, en este momento es el único país latinoamericano que compite con miembros de la unión europea.

El desarrollo de un sistema judicial eficiente, un estado de derecho que sea exitoso, universalidad de los servicios básicos y una educación de calidad hacen que la vida de las personas mejore. Por tal razón, es necesario que las instituciones se orienten hacia el servicio de toda la sociedad, y que nosotros como ciudadanos participemos de forma activa en las actividades políticas, exigiendo y proponiendo a las autoridades en turno, o como organizaciones civiles, universidades o simplemente con nuestras actividades diarias. No podemos lamentarnos de un hecho que paso hace tantos años, donde los únicos culpables seguimos siendo nosotros.










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